Si hiciéramos la comparación entre las articulaciones del cuerpo y el motor de un auto, podríamos decir que el líquido de las articulaciones funciona como el aceite en el motor. Al igual que el aceite al motor, el líquido del cuerpo proporciona ciertos beneficios a nuestras articulaciones. Este aceite en nuestros cuerpos se llama ácido hialurónico y no solo ayuda a mantener la amortiguación de las articulaciones, también proporciona humedad en nuestra piel, firmeza, elasticidad y además está presente en los ojos.

Técnicamente el ácido hialurónico es un polisacárido de origen natural (hidratos de carbono) del cuerpo humano y está presente en grandes cantidades. En los labios por ejemplo, el ácido hialurónico y el colágeno le da la estructura y “gordura” a los labios. El Ácido hialurónico se une al agua creando un fluido gelatinoso que hidrata el tejido de los labios y mantiene el colágeno (responsable de mantener el apretado piel) alimentado y saludable.

En el interior del globo ocular también hay una alta concentración de ácido hialurónico. El líquido dentro del ojo llamado humor vítreo está compuesto casi totalmente por este ácido. Este “gel” actúa como un amortiguador para el ojo y también sirve para transportar los nutrientes en el ojo. Lamentablemente se ha dicho que con la edad, nuestros ojos dejan de producir el ácido hialurónico el cual es muy necesario.

Estos dos ejemplos permiten entender la razón por la cual muchas personas está haciendo uso del ácido hialurónico como una alternativa de rejuvenecimiento o mejora de ciertas alteraciones del cuerpo.